La fábula lunar de la señorita Mónica Berry
Origen de colinas se rumora: Mónica Berry o
Baszdberri o Basoberry o Echeverri o Errotaberrygorrigoikoerrotacoetxea pero
lleva Berry por todo el cuerpo. En el pecho tiene una frambuesa. Se rumora
igual que es gustosa, pudiente, humilde. Que conoce a unos y a otros, por sus
cantos. Por sus lados además, le aplauden.
***
De ojos lentos, la Srita. Mónica Berry se
acerca y susurra bocados con voz triste. La última vez que la vieron, sentada a
la altura de las cobijas, relataba una fábula de aves y vientos. Sabe muchas
historias. Algunas las ha vivido, otras las intuye cercanas y se apropian de
ella. Marca, desde fuera dice calma, velos párpados, manos livianas que a las
olas desnudan. Casi en silencio la boca se hace risa y se le ponen los ojos
gordos.
***
Mónica Berry de puntillas hace equilibrios.
Cruza los puentes como otros quemaran, y vuelve. ¿Vuelve? Siempre va, mas de
volver sólo quizá.
***
La Srita. Mónica Berry tiene una orquesta.
Por las noches suena desaforada. Barrunta estertores lumínicos en código. Hay
quien pone atención y se cree embelesar al contrapunto, porque es ineludible
oírla. Mansa, la dirige una flauta.
***
Iba Mónica Berry soñando en listones y arenas
en rojas idas. Una planta, púrpura, se vuelve partícula de sueño y Mónica Berry
vira pasos. Mira a media altura, calcula y anda.
***
Le sorprenden los alunizajes. Ha presenciado
varios, otros ha intentado. La leve arenilla de estrellas que levanta le llena
el rostro de brillos y llueve en su canalillo. Y le suena el arribajo lejano y
aciago.
***
Mónica Berry tiene unos zapatos rojos. Los
encontró a la vera de la playa cuando en saya huyó de casa. Con ellos escala
las montañas, acopia nieve y la hace llover entre las manos. Patea globos en
las vueltas que da por boreales neviscados valles. Y vuela en giros serrinados
por meses. Hasta tres.
***
Intermitentemente triste, área y subjuntiva,
cansada ya del vehículo de sus andanzas, resuelve invertirse en pulsión.
Satisfechas las dos, vuelve a dirigir la orquesta.
***
La otra noche no fue un aliento suave. La
conjunción sujeta increpó a la costumbre y se serenó. Ella tocaba las maracas
con el papa negro, a saltitos, pian pianito, desconociendo su ritmo prenatural.
***
A Mónica Berry le crecen los pies. Así se le
rompieron los zapatos rojos: primero la hebilla, la horma, la suela. Luego el
camino que se hizo suspiro cargado en la espalda. Anoche se cortó los dedos y
me regaló el meñique.
***
Sufre cosquillas en las sienes. Canas
embrionarias, se dice triste de sentir la sal del mar. No sabe que son los
pensamientos que deja su aroma cuando a saltos alza la cara y se le eriza la
cresta.
***
Mónica Berry disimula una mutación dual: la
nieve le hace la boca cría y cerrar los ojos; el desierto le hace revolver las
caderas -aunque no entiende bien el vaivén de la arena, ella, vaivén ella,
arena-; pero cuando da candela, prospera su boca.